Por: Aurelio Suárez Montoya 04 de octubre 2018
Tomado Del periódico El Tiempo
"Cinco grandes bancos controlan 46,53 % de los
activos, cuando iniciando el siglo solo tenían 28,6 %.
Aurelio Suárez Montoya | @AurelioSuarez
“Estudiar coyunturas internacionales de pugna
entre grandes potencias exige examinar su vida económica, incluyendo la
situación de las respectivas clases dirigentes. Ahora es clave hacerlo para analizar
las contradicciones que impelen a Estados Unidos a desatar una ‘guerra
comercial’ y demás acciones emprendidas por Donald Trump. Ejercicio similar
debería hacerse con China, el poder retador.
Los sectores económicos estadounidenses se
han concentrado en mayor grado: nacionalmente, las cuatro principales empresas
que controlan entre uno y dos tercios del mercado aumentaron entre 1997 y 2012
su participación en los ingresos del 24 al 33 % (‘The Economist’, 2016); en
telecomunicaciones, del 43 al 52 %; en el comercio al detal, del 25 al 33 % y,
excepto pocas áreas de servicios, en manufacturas y las demás se reforzó el
oligopolio.
En finanzas, cinco grandes bancos controlan
46,53 % de los activos, cuando iniciando el siglo solo tenían 28,6 %. Predomina
el ‘holding’ bancario con actividades como fondos, fideicomisos, valores,
contratos, gestión empresarial, inmobiliaria, intermediación crediticia, salud,
aseguradoras, industrias, servicios públicos y técnicos, construcción,
transporte y comercio. Un trabajo de 2012 (FRBNY) mostró que los quince
principales grupos financieros atesoraban 20,3 billones de dólares en activos,
cinco veces lo de 1991, con 19.600 firmas subsidiarias, de las cuales 5.843
estaban en el exterior, con 4,9 billones de dólares en activos.
Oligopolios, predominio financiero, cuantiosa
exportación de capital, deterioro social y gasto creciente en seguridad y
defensa no han detenido la ruta crítica de Estados Unidos.
Tal concentración no ha acarreado beneficios
generales en precios al consumidor, en productividad ni en inversión. Antes
bien, luego de crecimientos constantes desde 1963, el retorno del capital
empresarial invertido se derrumbó en 2008, y, aunque se sintió alguna
recuperación hacia 2011, continúa cayendo, en especial para las corporaciones
de los percentiles más altos (McKinsey, 2015).
Las corporaciones mineras, industriales,
agrícolas, tecnológicas, químicas y de maquinaria, entre otras, han invertido
en el exterior en la última década 3,4 billones de dólares dirigidos a 70
países (BEA, 2018), pero a su vez las inversiones de extranjeros hacia Estados
Unidos ya alcanzan los 7,8 billones de dólares (Unctad).
El capital norteamericano también fue a zonas
de mano de obra barata como China, México, Malasia y a la vecina Canadá para
fabricar y ensamblar computadores y productos electrónicos, vehículos y equipo
de transporte, maquinaria, insumos y mercancías, para luego reexportarlas al
mercado estadounidense. Dicho comercio –entre partes relacionadas– fue en 2016
el 49 % del total de las importaciones (US Census), y, en sentido contrario, de
casas matrices a subsidiarias, el 32 % del total de las exportaciones.
Este diseño económico trajo secuelas
sociales: no ha generado mayor participación del trabajo en el ingreso; provocó
más desigualdad, al incrementarse el coeficiente de Gini de 0,38 a 0,41 entre
1991 y 2016; tumbó el empleo industrial en tres millones de puestos; puso en
entredicho “el sueño americano” (Chomsky, 2017); causó una “redistribución a
gran escala de ingresos y riqueza hacia la cima de la pirámide”, debilitando la
demanda agregada (Stiglitz) y, para rematar, en la crisis le ocasionó un costo
de 70.000 dólares –en ingresos por vida– al estadounidense promedio (SFFED,
2018).
Fuera de que 17 % de los trabajadores son de
tiempo parcial, la evolución de salarios corrobora el deterioro laboral: en la
manufactura, entre 1997 y 2011 solo aumentaron 3,1 %; para el conjunto de la
economía, la media subió 4 % entre 2007 y 2017, de 332 dólares a 345 (BLS-Fred
en dólares 2017), y, al mirar los estatus educativos, los más altos pasaron por
hora de 34,20 a 36,06 y los menos calificados, de 12,46 a 12,50, apenas 0,3 %.
Estos últimos, junto con los de calificación intermedia, suman la mitad de la
fuerza laboral (BLS).
Si bien Trump estima el déficit comercial
acumulado con China en tres billones de dólares, lo que incide en endeudamiento
y déficits fiscales recurrentes, el portal The Balance y Martin Feldstein
(NBER) los atribuyen al gasto social y al militar de 800 mil millones de
dólares anuales. Pese a ello, se aprobaron sin recato recortes al impuesto
corporativo con beneplácito de las élites, sin distingo (Callahan).
Oligopolios, predominio financiero, cuantiosa exportación
de capital, deterioro social y gasto creciente en seguridad y defensa no han
detenido la ruta crítica de Estados Unidos, descendente por varias décadas y
ahondada por una globalización fallida que Trump busca reconfigurar, para lo
cual recurriría al todo vale, aun contra voces internas que pudieran oponerse.
El futuro es incierto, pues la intentona del inquilino de la Casa Blanca
discurre en medio de probables estallidos especulativos y con poco espacio de
respuesta monetaria, apersonado del lema ‘America first’. "
AURELIO SUÁREZ MONTOYA