viernes, mayo 20, 2022

“EL INCREMENTO AL SALARIO MINIMO, FUE ABSORVIDO POR EL AUMENTO DE PRECIOS”

Por Javier Ríos Gómez

 Según el informe técnico del DANE, el costo de vida hasta abril de 2022 creció 5,66% y en el año completo 9,23%.

El comportamiento anual fue explicado principalmente por la variación en las divisiones de Alimentos y bebidas no alcohólicas y Alojamiento, agua, electricidad, gas y otros combustibles.

El salario mínimo para 2022 fue aumentado en 10,07% en diciembre del año pasado y el incremento real, descontada la inflación de 2021 (5,62%) fue del 4,45%, que comparado con la inflación hasta abril de 2022, muestra que la carestía ya hizo trizas el aumento.

La pérdida galopante del poder adquisitivo de los salarios, sobre todo los de la gente de menos recursos, hace que deban entregar más dinero por los bienes que demandan, comprar menos con el mismo ingreso, sustituir consumos por otros de menor calidad y precio, tener que buscar ingresos adicionales, no consumir o lo peor endeudarse con el sector financiero o el gota a gota. 

Un informe reciente de la firma Raddar mostro que, “… por cada 100 pesos, los hogares colombianos destinan 31,30% a alimentos para el hogar; 6,85% va para comidas fuera del hogar; 24,35% se destina a gastos relacionados con la vivienda; 3,22% a moda; 7,71% a bienestar; 4,46% a educación; 15,34% a transporte y comunicaciones; 0,68% a electrodomésticos y 5,89% a entretenimiento.”

“Los hogares están designando mayor parte de su gasto a los alimentos, debido a los altos precios y su alta importancia dentro de las canastas de consumo. Así mismo, comidas fuera del hogar superó el nivel de gasto registrado en años anteriores, teniendo en cuenta un consumidor motivado por nuevas experiencias, espacios y degustaciones”.

Preocupadas las centrales obreras por la situación de la gente pobre y de clase media, están proponiendo un aumento generalizado de los salarios. 

Ya en columnas anteriores planteamos que incrementar salarios, sin que el Gobierno ponga en ejecución mecanismos de contención del aumento generalizado en los precios y de la especulación, no es viable, pues la decisión para el caso actual, desembocaría en más inflación y desempleo, pues potencialmente obligaría a los empresarios con mayores costos, a prescindir de personal.  Sería más malo el remedio que la enfermedad. 

El control a los precios y a la especulación, implicaría la revisión del  modelo económico actual que consagra la libertad de precios en el marco de una economía de mercado, donde los precios se forman a través de la ley de oferta y demanda.

Seguir importando lo que aquí se puede producir, como alimentos, materias primas, insumos y bienes intermedios, que cada día cuestan más  por la inflación creciente en los países proveedores y la devaluación del peso colombiano, al igual que lo dicho en el párrafo anterior, haría necesaria la revisión de los TLC firmados por Colombia y de la Política Comercial Exterior, asuntos que son de competencia del  Gobierno actual, pero fundamentalmente del que se posesione el 7 de Agosto. 

Como se puede observar, hay poca capacidad inmediata de maniobra para disminuir la inflación, porque las acciones que se deben acometer, son de extremada urgencia y de política económica, que comprometen, no solo al ejecutivo, sino al legislativo, en el marco de un escenario eminentemente político por la elección presidencial.

Si la inflación sigue su rumbo creciente podría comprometer también la oferta y el aparato productivo nacional, puesto que a menos capacidad adquisitiva, menos consumo y esto sería muy grave para la economía nacional.

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